Este fic fue escrito para un evento cuyas base era adaptar un cuento clásico o una fábula. Mi elección fue: El Lago de los Cisnes"

Resumen: Un malvado hechicero tiene bajo un conjuro a un hermoso príncipe, pero el destino hace que otro joven de sangre real lo conozca, se enamore de él y juntos enfrenten al mal con el arma más poderosa del universo, el amor verdadero.

Rated: No menores de 16 años

Personajes: Afrodita de Piscis, Shura de Capricornio, Hades, Minos de Grifo, DeathMask de Cáncer, Camus de Acuario, Saga de Géminis, Kanon de Dragón Marino, Milo de Escorpio, Mu de Aries, Shun de Andrómeda,Dohko de Libra, Aiacos de Garuda, Radamanthys de Wybern, Shion de Aries, Shaka de Virgo, Aiolia de Leo, Sorrento de Sirena

Pareja Principal: Shura x Afrodita

Parejas Secundarias: Varias.

Géneros: Angustia, AU, Drama, Fantasía, Romántico.

Advertencias: Lemon, Muerte de un personaje, Violación.

Capítulos: 5

Terminado:

jueves, 20 de enero de 2011

Capítulo 1

Aclaraciones del capitulo:

En la historia, el nombre de Saori Kido, es Athena y es mucho mayor, ya que es mamá de Shura, quien cumple 21 años.

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Había una vez, en un reino muy lejano, un hermoso castillo enclavado en las montañas. Se trataba de la residencia de verano de la familia real.


Desde la ventana el joven príncipe Shura se recreaba con la vista del misterioso bosque cercano al castillo, el lago cristalino que se hallaba justo en el centro despertaba en él una extraña y poderosa atracción. Distraído se pasó una mano por sus oscuros cabellos.

-¿Por que no vas?

-Disculpa – Shura se giró, apartando de forma reticente su mirada del enigmático lago, para ver a su mejor amigo – ¿Dijiste algo Angelo?

-Te pregunté, ¿por que no vas al lago si tanto te atrae? - una leve sonrisa apareció en el rostro del joven de cabello azul, ante la obvia distracción de su amigo.

Desde los 6 años, Shura y Angelo habían sido amigos. Shura era el príncipe heredero al trono, siendo hijo único, su padre el rey era muy estricto con él pues debía prepararlo para el duro destino que le esperaba cuando se convirtiera en el soberano del reino. Su madre, la reina, compensaba la estricta vida impuesta por su esposo, al consentir y otorgarle cierta libertad de hacer y decir al joven príncipe..
Por su parte Angelo era hijo de consejero político de la corte, descendiente de un largo y honorable linaje de barones, que siempre habían estado al servicio de la casa real. Le gustaba que le dijeran DeathMask, siendo él, el mejor cazador de la corte, siendo en ocasiones despiadadamente tenaz.

Como cada verano pasaban los calurosos días en el castillo y sus alrededores, al principio jugando y correteando como los niños que eran y ya en los últimos años dedicados la actividad que se había convertido en su pasión: la cacería.

El príncipe no tuvo tiempo de responder, pues la puerta de su habitación se abrió y su madre la reina entró. Era una hermosa mujer, de porte altivo y orgullosa del antiguo linaje real al que pertenecía. Provenía de un poderoso reino, su nombre Athena. Shura había heredado de ella su carácter noble e incorruptible, así como sus ojos verdes.

DeathMask se levantó de la pesada silla en donde sentado se encontraba e hizo una profunda reverencia ante su soberana.

-Madre… - Shura caminó hasta quedar frente a la reina y con delicadeza tomó una de sus manos y la besó con respeto y cariño. Ella aceptó el gesto con una sonrisa y posteriormente acarició tiernamente el rostro de su hijo.

-Angelo, déjanos solos por favor, deseo hablar con mi hijo.

El joven de cabello y ojos azules abandonó la habitación, no sin antes hacer nuevamente una reverencia y cerrar la puerta tras de si.

-¿Shura, estás consiente, de que mañana por la noche, es la gran celebración de tu cumpleaños veintiuno?. ¿Y que al llegar a tu mayoría de edad, estás obligado a comprometerte en matrimonio?

Shura asintió con la cabeza, y no pudo evitar que una mueca de disgusto apareciera en su rostro.

-Tu padre a invitado a 6 jóvenes de las más distinguidas casas reales, de entre los cuales tendrás que elegir a tu consorte.

-Pero madre… yo no quiero casarme, no así. Siempre he creído en que uno debe casarse por amor y no por obligación.

Desde siempre había estado consiente de este deber, como príncipe heredero, pero nunca se hizo a la idea, y había deseado encontrar a alguien a quien amar, antes de que lo forzaran a elegir entre desconocidos. Pero desafortunadamente, sus plegarias no habían sido respondidas.

-Lo se, mi niño. Pero al menos, pude convencer a tu padre, de que te permita elegir a ti, y no sea él, quien elija a tu consorte.

Shura suspiró, y se alejó de su madre, para dirigirse nuevamente a la ventana. Su vista se perdió en el brillo del lejano lago. Sus días de libertad estaban a punto de terminar, pues no sólo debería contraer matrimonio con un desconocido, también sus obligaciones como heredero incrementarían, dejándole prácticamente tiempo nulo para él, sus amigos, y sus aficiones. Ser príncipe era más difícil, y sacrificado de lo que mucha gente pensaba.

Athena, observó a su hijo por un tiempo en silencio, le dolía verlo tan cabizbajo. Lo conocía bien, y hubiera dado cualquier cosa con tal de evitarle ese trago amargo en su vida. Pero lo único que podía hacer era hacerle pasar feliz sus últimas horas de inocencia y libertad.

-Cariño, al atardecer baja a las caballerizas, y reúnete con tus amigos. Junto a tu montura, encontrarás un regalo, que te hago con todo mi amor. Diviértete esta noche, y olvida por un momento tus futuras obligaciones.

La reina acercándose a su hijo, le dio un dulce beso en la mejilla, para luego retirarse.

-Adiós, hijo mío.

-Adiós, madre.


Al llegar el ocaso, el príncipe se encontraba en las caballerizas, junto a su caballo había encontrado una hermosa ballesta, con un carcaj lleno de perfectas flechas, de puntas platinadas.

-¡Vaya regalo que te ha dado tu madre esta vez! – Angelo se acercó con su montura, a su espalda colgaba un carcaj y un arco de color rojo.

-¡Ya quisiera yo que me dieran algo así, como compensación por hacer algo que no quiero!

-¡Silencio Kanon, no seas impertinente! Lo que Shura tendrá que hacer no es nada simple. Es una elección para toda su vida - Saga reprendió a su gemelo, mientras se acercaban a los otros dos jóvenes. Ellos, también eran amigos de Shura desde la infancia, y al mayor de ellos realmente le pesaba la difícil situación de su amigo.

-Si, si ya lo se, no me regañes Saga, a veces te comportas como si fueras un viejo aguafiestas – Kanon arrugó la nariz haciendo una cómica mueca, logrando que su hermano rodara sus ojos ante la infantil actitud. – Sólo trataba de animar un poco el ambiente, porque en lugar de salir a cazar, parece que vamos a un funeral.

-La copia barata tiene razón – Milo, el último integrante del grupo de amigos, al fin había llegado acompañado de su hermoso corcel – ¡Anímate hombre, hagamos de tu última noche de libertad, algo memorable!

Shura esbozó una pequeña sonrisa, agradecía tener a tan buenos amigos a su lado.

Una parvada de cisnes blancos, pasó volando sobre el grupo de amigos, justo en ese momento. Eran una hermosa, extraordinaria visión, y se dirigía hacia el bosque misterioso, seguro llegarían al lago.

El príncipe, quedó hipnotizado por el exquisito espectáculo. El cisne que encabezaba la parvada, había llamado poderosamente su atención, parecía como si algo brillara sobre su cabeza.

Shura, colgó el carcaj y su ballesta a su espalda, y en un ágil movimiento, montó su negro pura sangre. Lo azuzó saliendo a todo galope, hacia las puertas del castillo.

-¡Vamos, que esperan; si no se mueven los perderemos!

Sin pensarlo dos veces, sus amigos montaron, y pronto le dieron alcance en el puente que cruzaba el foso del castillo.

Los cinco jóvenes, galopando a toda velocidad, se internaron en el bosque, siguiendo el vuelo de los níveos cisnes. Se adentraron en la espesura más allá de lo que habían ido jamás.

El corazón de Shura latía desbocado, tenía un extraño presentimiento, sentía que esa noche se encontraría con su destino. Sin mirar atrás dirigió a su caballo hasta la orilla de aquel lago de plata que desde niño lo había hechizado.


Capítulo 2


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