Este fic fue escrito para un evento cuyas base era adaptar un cuento clásico o una fábula. Mi elección fue: El Lago de los Cisnes"

Resumen: Un malvado hechicero tiene bajo un conjuro a un hermoso príncipe, pero el destino hace que otro joven de sangre real lo conozca, se enamore de él y juntos enfrenten al mal con el arma más poderosa del universo, el amor verdadero.

Rated: No menores de 16 años

Personajes: Afrodita de Piscis, Shura de Capricornio, Hades, Minos de Grifo, DeathMask de Cáncer, Camus de Acuario, Saga de Géminis, Kanon de Dragón Marino, Milo de Escorpio, Mu de Aries, Shun de Andrómeda,Dohko de Libra, Aiacos de Garuda, Radamanthys de Wybern, Shion de Aries, Shaka de Virgo, Aiolia de Leo, Sorrento de Sirena

Pareja Principal: Shura x Afrodita

Parejas Secundarias: Varias.

Géneros: Angustia, AU, Drama, Fantasía, Romántico.

Advertencias: Lemon, Muerte de un personaje, Violación.

Capítulos: 5

Terminado:

jueves, 20 de enero de 2011

Capítulo 3

Aclaraciones del capitulo:

Este capítulo es un poco largo, pero por más que traté de reducir la extensión no pude, jejeje. Hubiera tenido que sacrificar, muchos detalles, y no era justo.

Advertencias:

-Lenguaje un tanto vulgar
-Violación. Implícita, pero allí está.

__________________________________________________________________


Medio día, el sol estaba en el cenit, y no había una sola nube en el cielo. Era un día esplendoroso, perfecto, para la gran celebración del cumpleaños, del príncipe heredero.

Todos en el castillo, iban y venían, ocupados con los últimos preparativos, y detalles para el baile.

Shura aún no despertaba, había vuelto al castillo, al despuntar la mañana, física y emocionalmente exhausto.

Saga, Milo, Kanon, y DM, habían pasado toda la noche buscándolo, pero misteriosamente, ninguno logró llegar, al otro lado del lago, por una, u otra razón. Al alba se dieron por vencidos, rezando, por que su muy querido amigo, se encontrara bien, dondequiera que estuviese. En el cielo volvieron a ver a la parvada de cisnes, volando en dirección opuesta al lago. Se sintieron aliviados, al encontrar, súbitamente al príncipe, a medio camino, entre el bosque, y el lago. A pesar, de que los cuatro jóvenes insistieron con preguntas, sobre su paradero horas antes, y lo que había sucedido, Shura, no dijo una palabra. 

DeathMask, no aguantaba más la curiosidad, había dormido unas horas, y ahora se dirigía a la habitación de su mejor amigo, y no lo dejaría en paz hasta, que le contara todo lo acontecido.
Abrió la puerta, y caminando a la ventana, corrió las cortinas, para que la luz del sol, entrara de lleno en la habitación. Shura, se revolvió, entre la sábanas de su cama.

-¡Anda ya, despierta! ¡Es medio día, y yo quiero saber, que demonios te sucedió ayer. ¡Apareciste, y desapareciste como por arte de magia! – Angelo, en un gesto muy poco amable destapó al ojiverde, a lo cual, este respondió con un quejido.

-Buenos días Angelo… - Contestó Shura, amodorrado.

-Tardes, ya te dije que es medio día – El peliazul se sentó en la cama, cruzado de brazos – ¿Y bien? Espero una respuesta.

-Vas a creer que estoy loco, si te cuento, lo que vi ayer…

-Honestamente, siempre te he creído un loco, por tenerme como mejor amigo, así que no busques excusas, y habla ya.

Shura suspiró, DM, realmente podía llegar a ser muy necio, y exasperante.

-Esta bien.

Sin mucho ánimo, narró todo lo ocurrido; le habó sobre los cisnes, que en realidad son jóvenes humanos, sobre el hechizo, que hace que esto suceda; y como Hades von Rothbart, es el causante de esa injusticia. Le contó sobre Afrodita, y su hermosura; y como se había enamorado locamente de él. Incluso, mencionó vagamente, su encuentro amoroso, de lo cual se arrepintió al instante, ante la reacción de su amigo.

-¿¡Te follaste a un cisne!? – Los ojos azules de Angelo, estaba abiertos como platos – Nunca me imaginé, que fueras zoofílico - empezó a reír a carcajadas, apenas podía hablar. - Pensaba, que tenías otra clase de perversiones, pero eso, jamás paso por mi mente.

-¡Eres un imbécil! – El príncipe, hizo gala de toda su paciencia, para no romperle la cara.

-Ya, ya, no te enojes, solo es broma – Se apresuró a decir DM, ante la mirada furibunda de su amigo - Todo lo que me cuentas es inverosímil, a mi se me hace, que estando en el bosque, te drogaste con un hongo, o algo así.

-¿¡Ves, por que no quería contarte nada?! – Shura se levantó de la cama y caminó hasta la puerta, que abrió en su totalidad – Esta noche en el baile , verás que todo lo que te he contado es verdad, Afrodita vendrá, y seré yo, quien me ría, ante la cara de estúpido que pondrás. Ahora, si me disculpas…

DM, no podía parar de reír, mientras se disponía a abandonar la habitación, al pasar junto a su amigo, le dio unas palmaditas en la espalda, puso una expresión seria en su rostro, y se aclaró la garganta.

-¡Te tiraste un cisne, pervertido! – dijo retomando su tono burlón, poniendo su dedo índice justo en la punta de la nariz de Shura.

-¡LARGO!

El peliazul, apenas alcanzó a salvarse, de tremendo portazo, en su trasero, y se alejó, riendo sin parar.

El pelioscuro se recargó en la puerta, y dejó escapar de sus labios, una expresión de fastidio, a veces se preguntaba, como podía soportar a Angelo. Mas pronto, sus pensamientos cambiaron al recordar a Afrodita, y la tristeza en su mirar. Cerró sus ojos, y elevó una plegaria, al dios que quisiera escucharla; pidió volver a ver a su amado príncipe cisne, y que se les permitiera vivir felices, juntos por el resto de sus días.



Lejos de allí en un pequeño riachuelo, en un recóndito paraje; los cisnes encantados nadaban, y limpiaban su blanco plumaje, aguardando el atardecer, para volver a la torre en ruinas.

Hades, los vigilaba de cerca, transformado en búho negro, oculto en el hueco de un tronco de árbol, su mirada, fija el cisne de cuello perfecto, con la tiara dorada.



Tres cisnes negros, uno de lo cuales, tenía algunas plumas blancas en la cabeza, dibujando una especie de tiara; revolotearon de forma amenazante por encima de los cisnes blancos, haciendo que estos, se agitaran un poco, para luego, dirigirse hacia donde se encontraba el hechicero. 


El búho azabache, salió de su escondite, y se unió a los cisnes negros. Descendieron y al tocar el suelo, Hades von Rothbart, tomó su forma humana. Lo mismo ocurrió con el cisne negro, y plumillas blancas, se transformó en un joven alto, y de elegante porte, con cabellos blancos, y unos ojos color ámbar. Las aves que le acompañaban, también se convirtieron en jóvenes, vestidos de negro, Aiacos y Radamanthys, sirvientes de Hades, aguardaron, sin moverse de su lugar.

-Padre, te vez cansado y molesto. Hmmm, adivino que es lo que te puso de tan mal humor. – riendo, el albino se acercó a Hades.

-¿Cual es la gracia, Minos? – el hechicero, habló en un siseo.

-Nuevamente, Afrodita te rechazó, y alguien trató de acercársele, ¿verdad?

-¡Oh, ya cállate!

-Padre mío, es inútil, él nunca te amará, ni se casará contigo, así pasen mil años.

-¡Dije que te callaras, Minos, suficiente!

Minos, se sentó grácilmente en un tronco caído, y seco. Una sonrisita malévola apareció en su rostro.

-Lo odias, lo percibo. – Dijo, en el tono más venenoso, que pudo encontrar - ¿Por qué no, deshaces el hechizo, y lo matas, de una buena vez, junto con el resto? Es una buena idea, ¿no lo crees?

-No eso nunca…

-Es increíble, como un niño bonito como ese, puede controlarte tan fácilmente. Si tú, no tienes el coraje para hacerlo, yo puedo matarlo sin remordimientos, padre

-¡No te atrevas, a acercarte a Afrodita, si intentas dañarlo, lo pagaras con tu vida, hijo mío! – de una zancada, Hades llegó hasta donde Minos estaba, y tomándolo violentamente por sus negros ropajes, lo levantó. El albino simplemente lo miraba indiferente a sus acciones.

-Como quieras padre, hmmm.


Las horas pasaron, y las níveas aves regresaron al lago. Al caer la noche, y justo después de la transformación, Afrodita fue llevado por Hades, a su habitación, en la parte más alta de la torre.

-Cásate conmigo Afrodita, entrégame tu corazón y serás libre. No sólo tú, también esos amigos, que dices querer mucho, y preocuparte por ellos.

-No. – El joven peliceleste, daba la espalda a su captor, y miraba por la ventana enrejada.

-¡¿Qué acaso, no ves lo mucho que te amo?! Desde la primera vez, que admiré tu belleza, me juré, que serías para mi.

-¡Eso nos es amor, es capricho! - el menor comentó, desafiante.

- Sabes, que tengo el poder de matarte… - Hades, se acercó al joven, tomándolo por los hombros.

-Hágalo entonces.

El hechicero, estaba llegando al límite de su paciencia, bruscamente hizo voltear al príncipe cisne, y lo beso con deseo, y desesperación, lastimando los suaves y rosas labios del joven.
Lleno de rabia, y resentido, Afrodita, usando todas sus fuerzas, lanzó un golpe, con el puño cerrado, el cual impactó al pelinegro, de lleno en el rostro.

-¡Eres un estúpido, Afrodita!– Dijo, con la voz llena de odio, al tiempo, que limpiaba un hilillo de sangre, que salía de su boca –¡Quería ser amable contigo, esta vez! ¡Te di la oportunidad, de cambiar tu destino, pero sigues igual de necio! ¡Esta noche, serás mío nuevamente, lo consientas, o no!

El príncipe, comenzó a retroceder, buscando algo con que defenderse, pero nada encontró. La habitación, estaba vacía, a excepción de una cama en el fondo. Los ojos de Hades, brillaron con una luz azulada, y el cuerpo de Afrodita, perdió toda movilidad. Paralizado, no pudo escapar, y evitar que el hechicero, lo cargara, y arrojara a la cama.

Arrancó los blancos ropajes, con salvajismo, mientras besaba el terso, y níveo cuello.

-¡Bastardo! – el príncipe trataba de liberarse, pero era inútil. Completamente indefenso, sintió las manos de Hades, recorrer hasta el último rincón, de su cuerpo desnudo.

-No quedará recuerdo alguno en tu piel, de las caricias, y besos de tu adorado, e inútil príncipe. – Comenzó a reír, ante la tensión, que se apoderó del cuerpo debajo de él – ¿Crees, que no te vi, revolcándote, en tu jardincito, con el imbécil ese? Fue un gran espectáculo, que animó mi aburrido día.

Separándose un poco, miró el rostro incrédulo, y desencantado del hermoso joven, y cómo sus ojos se llenaban, lentamente de lágrimas. Hades se incorporó, y comenzó a desnudarse.

-¡Ay, hermoso! Eres tan ingenuo, tú no eres libre, de hacer, o decir nada, sin que yo lo permita. ¿Aún no comprendes, que eres mío, y siempre lo serás?

Afrodita estaba en shock, era demasiado. ¿Realmente, nunca podría liberarse, del yugo de Hades? Sintió como lo giraba, colocándolo boca abajo, y unas poderosas manos separaban sus piernas, sus gluteos. Cerró sus ojos con fuerza, preparándose, para lo que vendría.  No pudo reprimir un grito de dolor, desesperación, y rabia, al sentir la primera, cruel, y forzada embestida.


Al cabo de un tiempo, la puerta de la habitación se abrió, y Hades salió, sin expresión alguna en el rostro. Pasó al lado de Camus, y Mu, quienes desde hacía un rato, habían sido llevados allí, por Aiacos y Radamanthys; y por consecuencia, habían escuchado, los gritos de su príncipe, y lo que había ocurrido en el interior de la habitación.



Ambos jóvenes, miraron con odio al hechicero, querían correr para ayudar a su amigo, pero sabían también, que más les convenía no moverse, hasta recibir la orden.


-Las cosas, podrían ser tan distintas… - el pelinegro habló por lo bajo, al llegar a la escalera, meneó la cabeza, con pesadez, en forma negativa – Atiéndanlo.

Dicho esto, comenzó a descender, y desapareció en la oscuridad. Los jóvenes, se apresuraron, a llegar al lado de Afrodita.
El peliceleste estaba en la cama, aventado, cual si fuera una muñeca de trapo. Las únicas señales, que advertían, que se encontraba consiente, eran el lento parpadeo de sus ojos, y las lágrimas que rodaban por su rostro.
Mu, lo tomó en sus brazos, y comenzó a acariciar su cabeza con ternura, Camus se arrodilló tomándole una mano, apretándola con fuerza, y cariño.

-Tienes que recuperarte, Afrodita. - Mu, susurraba en su oído.

-Hay una promesa, que debes cumplir. – Camus, le habló en un tono bajo, pero firme – Y nosotros, vamos a ayudarte.



En el sótano de la torre, Minos, aguardaba sentado, en una pesada silla de roble, frente a una enorme chimenea. Miraba al fuego pensativo.

-¡Esta noche, asesinaré al príncipe Shura! – en la voz de Hades, se adivinaba el odio que sentía por el joven.

-Ay, padre, nuevamente, haces gala de tu poco conocimiento del comportamiento humano. - dijo el albino incorporándose de la silla – Si lo matas, lo único que conseguirás, es que Afrodita jamás lo olvide, y viva eternamente enamorado, de su mártir príncipe.

-Tienes razón Minos, estoy desesperado, y eso me evita pensar coherentemente. A pesar de ser, el hechicero más poderoso de la tierra, no hay conjuro que influya en los sentimientos. Afrodita, nunca dejará de amar a Shura.

-La solución, sería que él se decepcione del príncipe.

Hades comenzó a reir cada vez más fuerte

- ¿Dije algo gracioso, padre? - preguntó el albino con fastidio.

-¡Hijo mío, eres un genio! Afrodita descubrirá, que el gran amor que le profesa Shura, no es tan fuerte, pues esta noche le jurará amor eterno, a alguien más.

-¿Cómo lograrás eso?

Hades von Rothbart elevó su mano izquierda, y la colocó justo, frente al rostro de su hijo; luz purpurea envolvió al joven, quien retrocedió desconcertado, en el instante que esta se apagó.

-¡¿Que carajos me hiciste?! – sentía un cosquilleo en el cuerpo y en su rostro.

-Ya lo verás, Minos. Ahora debes alistarte, usar tus mejores galas. Tienes un baile real, al que asistir. Hades reía, deleitado con el magnifico plan, que acaba de urdir-  Radamanthys, irá contigo, como escolta.




El pelinegro, abrazó a su hijo por los hombros, conduciéndolo escaleras arriba.



Entrada la noche, en el castillo, el baile, para celebrar la mayoría de edad del príncipe, transcurría sin sobresaltos. El gran salón lucía magnánimo, el gran candelabro del techo, estaba encendido, llenando el espacio de luz, que se reflejaba en los espejos de las paredes. En su totalidad, la terraza contigua, había sido bellamente iluminada, con cientos de velas.



Hacía años, que no se organizaba un evento tan fastuoso. La corte entera estaba presente, los soberanos, Dohko y Athena, presidían el baile desde sus tronos, en el extremo derecho del salón, justo, del otro lado, de la gran puerta de entrada.


-¿¡En donde está Shura?! Este baile es en su honor, y su ausencia es un insulto para nuestros invitados.

El rey estaba molesto, la actitud de su hijo, ante la idea de elegir a su consorte, era exasperante. A los veintiún años, Dohko también había sido comprometido, y no había montado semejante drama, pese a que él no tuvo oportunidad de elegir.

-Querido, no debe tardar en aparecer. Debe estar por ahí, disfrutando de sus últimos minutos de libertad, en compañía de sus amigos.

-Vagos irresponsables, querrás decir. ¡Ordena que vayan a buscarlo, de inmediato!

Athena, dejó escapar un suspiro de fastidio, la rigidez de su esposo, con respecto a los jóvenes de la corte, resultaba desesperante; parecía que se hubiera olvidado, de lo que ser joven significaba. La reina, llamó a su dama de compañía, dándole la orden, de buscar al príncipe, y llevarlo al salón, de inmediato.

A los pocos minutos, Shura, en compañía de sus amigos, apareció en el gran salón. Todos los allí reunidos, guardaron silencio, cuando su presencia fue anunciada, por las finas trompetas de los heraldos.



Al paso del heredero, hacia el trono de sus padres, los invitados lo saludaban, y mostraban sus respetos, con una reverencia. Angelo, Saga, Kanon, y Milo, tomaron sus respectivos lugares, según el protocolo.


Shura vestía con elegancia, casaca rojo oscuro, y pantalones color oro, botas hasta la rodilla, en color café oscuro, y del mismo color que sus pantalones era su capa, en cuyo broche llevaba unida, la rosa blanca, que Afrodita le había dado. En su cabeza, llevaba la corona de oro puro, que lo distinguía, como príncipe heredero.

Al llegar frente a sus padres, hincó una rodilla en el suelo, mostrando sus respetos a su padre, para después incorporarse, y acercarse para besar la mano de su madre. Inmediatamente tomó su lugar a la derecha del rey. Dohko hizo una señal, con la mano derecha, en la cual portaba el anillo con el sello real, y el joven Aiolia Leonis, recién nombrado jefe de protocolo, saludó a la familia real, para después hablar con actitud autoritaria, y orgullosa, leyendo lo escrito en un pergamino.

- Muy honorables, y dignos invitados. Amigos de cercanas, y lejanas tierras, esta noche, nos hemos reunido, para celebrar, el onomástico vigésimo primero, de su alteza real, el príncipe Shura. Al llegar a la mayoría de edad, y siendo príncipe heredero al trono, por derecho divino, es su obligación, comprometerse en matrimonio; para lo cual seis jóvenes, de muy nobles, y antiguas familias, han sido invitados a esta celebración, para que nuestro joven príncipe, pueda elegir a su consorte. 


Las puertas del gran salón, volvieron a abrirse, elegantes jóvenes entraron caminando, en fila, hasta llegar frente al trono, detrás de ellos, sus escoltas, traían diversos regalos, para el festejado.



Shura se levantó, y descendió el par de escalones, que lo separaban de los recién llegados, sentía un nudo en el estómago, no podía dejar de pensar en Afrodita. DeathMask se acercó, colocándose dos pasos detrás de él, a su derecha.


Aiolia, fue nombrando uno a uno de los nobles jóvenes, los primeros dos, pasaron totalmente desapercibidos para el pelioscuro, quién se limitó a saludarlos, con una leve reverencia, cuando se acercaron; y agradeció los regalos, que rápidamente, puso en manos de Angelo.

Inmediatamente después, fueron presentados otros dos, el primero de cabellos lilas, que a lo sumo tendría quince años, su nombre Sorrento. 

-¿No eres un tanto joven, para casarte? – preguntó el ojiverde, sinceramene intrigado.

-Eso, díselo a mi padre, parece que le urge deshacerse de mi. - Shura le sonrió con melancolía, aceptó el regalo, y se acercó al siguiente muchacho.

Shion, de cabellos verdosos y ojos magenta, provenía de un reino muy lejano. Lo que llamó la atención del príncipe, fue que no le ponía, la más mínima atención a él; pues, aunque le hablaba felicitándolo por su cumpleaños, y le entregaba el regalo, su mirada estaba puesta en DM. Al pasarle el regalo a su mejor amigo, se dio cuenta, que este le devolvía la miraba con intensidad, al peliverde, y le hizo un rápido guiño, el cual fue recibido, con una sonrisa, por parte de Shion.

Shura suspiró, y en su mente, volvió a aparecer el hermoso rostro de Afrodita. 



-¿En dónde estás? - Pensaba el príncipe, desesperado.


Los últimos dos jóvenes fueron presentados. Mime, venido de un poderoso reino en el norte, su cabello naranja, era un hermoso contraste para su blanca piel; pero esta belleza, no hizo mella, en el corazón de Shura.
El último candidato, era toda una visión celestial, de cabellos dorados como el sol, grandes ojos azules, y un porte, que muchos soberanos desearían tener, su nombre, Shaka. Su reino era uno de los más antiguos, con fuertes tradiciones, y una gran espiritualidad.
La fragilidad del cuerpo del rubio, le hizo recordar al pelioscuro, a su adorado príncipe cisne, sin querer, de sus labios, escapó su nombre, en un susurro.

-Afrodita…

-Me llamo Shaka. Hmmm, sin duda, eres el príncipe con peor educación, que he conocido. Jamás, había sido víctima, de tal agravio. - respondió indignado, volteándole la cara.

-Discúlpame, no era mi intensión ofenderte… - Shura, se quedó con la palabra en la boca, pues el rubio, se encaminó a las puertas del salón, seguido por su escolta.

A un costado, cierto joven de la nobleza, cuyo gemelo menor, se la había pasado cuchicheando, acerca de los candidatos, con Milo, salió caminando a toda prisa, para tratar de darle alcance al indignado Shaka. Saga, había quedado prendado del misticismo, y de lo poco, que el rubio había mostrado de su difícil carácter, sin duda sería todo un reto acercársele, y eso le gustaba mucho al peliazul.


Una vez pasado el alboroto, que la intempestiva salida de Shaka, había causado, el rey se levantó.

-El tiempo ha llegado, hijo mío, de que le anuncies, a todos los aquí reunidos, ¿a cual de estos dignos jóvenes, has elegido, para unirte en matrimonio?

Shura negó con la cabeza, y apretando los puños, se volvió para ver a su padre.

-No me casaré, con ninguno de ellos.

-¡Shura! – Su madre se había levantado, acercándose a su esposo, quien miraba al príncipe, con severidad, conteniendo su enojo.

-¡Escuchen todos! Lamento hacer esto, pero el baile termina aquí. Siento mucho, que todos ustedes, hayan venido por nada.

En todos los rincones del salón, se elevó un murmullo, de incredulidad. Rompiendo todas las reglas protocolarias, Angelo se acercó a su amigo, colocándole una mano sobre uno de sus hombros, ya se imaginaba que el ojiverde, haría algo así.

De pronto, los heraldos, anunciaron la llegada de alguien importante, y por la puerta principal entró un joven, portando una hermosa tiara dorada, acompañado por un hombre rubio, no mayor que él. Los dos vestían elegantes, y sobrios ropajes negros.

-¿¡Aiolia, que está sucediendo?! ¿¡Quienes son ellos?!

-Majestad, no lo se. – Aiolia, buscaba con nerviosismo, en la lista de invitados.

-¡Eres tú, al fin! – Shura corrió hacia al bello joven, de cabellos celestes; éste, con un movimiento de cabeza le indicó a su escolta que se retirara. – Sabía que cumplirías tu promesa, Afrodita.

-No podía fallarte, Shura. - El peliceleste, le dedicó su más encantadora, y sensual sonrisa. 


Desde un enorme árbol, que daba justo a la terraza del gran salón, un búho negro, observaba lo que ocurría, en el interior.

__________________________________________________________________



No hay comentarios:

Publicar un comentario